La Obsolescencia programada

La obsolescencia programada no es un invento del sigo XXI. Cuando se invento la bombilla muchas fábricas se apresuraron en crear aquel maravilloso producto. Además invirtieron grandes cantidades de dinero en mejorar el producto. Pronto salieron los primeros anuncios publicados en los periódicos de la época que anunciaban más de 2500 horas de uso por cada bombilla. Entonces vendían calidad por encima de cualquier otra cosa, pero este modo de trabajar cambio pronto. Se dieron cuenta que, si hacían las bombillas menos duraderas, el cliente debería volver a comprar antes y les generaría más ingresos. Pero para realizar esto era necesaria una coordinación mundial entre fabricantes. Entonces se creo un cártel de la bombilla denominado Phoebus, que albergaba entre sus entrañas a Osram, Philips y General Electric. Con esta unión nació la obsolescencia planificada a gran escala. Esto coincidió con una época de auge económico que propicio este tipo de practicas y que generaba miles de millones a los fabricantes. Existen otros grandes casos sobre este tipo de casos, uno muy famoso es el de las medias de nailon irrompibles. Duró poco el invento.
En la actualidad este tipo de obsolescencia es adaptada a todo tipo de productos y servicios. Y es necesario saber que cuando compras cualquier producto tecnológico, su inversión es viable y no quedará obsoleto en menos tiempo del previsto.

Este tipo obsolescencia se genera en las fases de diseño, y es implantado por ingenieros para lograr mayores beneficios en su empresa. Es conocido el caso de las impresoras que cuentan el número de impresiones mediante un componente integrado y almacenan la cuenta en una memoria. Cuando llega a un número marcado por el fabricante esta deja de funcionar. Por lo tanto el consumidor busca la manera de repararla, pero se da cuenta que su impresora esta desfasada y que la reparación es cara. Por lo tanto opta por la compra de una nueva impresora.
Existe otro tipo de obsolescencia mejor pensado, este reside en convencernos de que debemos tener el ultimo producto ya mismo. Y crearnos una necesidad en nuestro pensamiento que resulta ser inexistente. Por lo tanto hablar de moda, es hablar de cosas desechables que ya no necesitamos, porque nuestra cabeza piensa en cosas nuevas. El ser humano no tiene límite y las practicas de marketing tampoco. Muchas veces nos inducen una idea sin llegar a comunicárnosla directamente.
La obsolescencia planificada tiene grandes beneficios. Fomenta el consumo, aumenta la producción de fábricas, y por supuesto crea empleo. Pero este tipo de prácticas tiene fecha de caducidad. Por una simple razón, los recursos de nuestro planeta son finitos y el límite de crecimiento debe estancarse. Además de todo esto, genera gran cantidad de residuos que no son reciclados por parte de los fabricantes. Si no que son derivados a países tercermundistas que albergan gigantescos vertederos tecnológicos.
Por esa razón, ahora más que nunca se busca la forma de reparar las cosas antes que tirarlas. Y por esa misma razón están saliendo a flote empresas que se dedican a las reparaciones de cualquier producto electrónico y que se dedican a cuidar el medio ambiente reciclando componentes.

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