En un primer momento, la salida de capitales y la redolarización de la economía argentina estuvieron más relacionadas con la incertidumbre por la inflación y con la falta de instrumentos de ahorro en pesos, que con expectativas de depreciación del peso frente al dólar. Sin embargo, a partir de 2011, con un tipo de cam¬bio que comenzaba a percibirse como atrasado en la Argentina, se aceleraron las expecta¬tivas de devaluación.
Así, ante la resistencia del Gobierno a dejar flotar la moneda, la salida de capitales que en 2011 se tradujo en una pérdida de reservas in¬ternacionales por US$6.200 millones (sin restar el aumento de US$5.000 millones de los pasi¬vos externos del Banco Central), generó sus propias expectativas de devaluación y realimentó la de¬manda neta de dólares, al estilo de las corridas cambiarias tradicionales, explica el estudio “Salvemos al peso: notas económicas para la batalla cultural contra el dólar”, a cargo de los economistas Eduardo Levy Yeyati, Luciana Díaz Frers, Sandra Elena y Federico Bragagnolo del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
Luego de las elecciones, en lugar de dejar deslizar el tipo de cambio, el Gobierno optó por aplicar controles que incluyeron fuertes restric¬ciones informales a la compra de dólares para pagos de importaciones y giros de dividendos, controles de la AFIP a la demanda minorista para dosificar la venta de dólares a particulares, y control directo de las importaciones.